El cine nos ha dejado innumerables escenas que transcurren en las azoteas: desde el ladrón que escapa saltando de tejado en tejado hasta el policía apostado en las alturas con su rifle de mira telescópica, pasando por el deshollinador que entre humeantes chimeneas ejecuta un acrobático número de baile.
Pero esto de pasearse por la cima de los edificios, como Pedro por su casa, sin ninguna clase de precaución y con total desconocimiento de por dónde se anda dista mucho de ser lo habitual. La mayoría de los edificios residenciales y prácticamente la totalidad de los industriales y comerciales están rematados por “cubiertas planas no transitables”. Es importante que estas cubiertas se encuentren delimitadas por los llamados “pasillos de tránsito”, los cuales, debidamente señalizados, facilitan el paso a los operarios que las visitan.Tal como su nombre indica, la “cubierta plana no transitable” es aquella que no está preparada para la circulación habitual de personas, al tener prácticamente “al aire” un sistema de impermeabilización susceptible de posibles roturas o accidentes. Además, en circunstancias de humedad o bajas temperaturas, puede resultar muy peligroso el recorrerla, al convertirse en una superficie extremadamente resbaladiza. Pero esto no significa que, una vez instalada dicha cubierta, se imposibilite el acceso a la misma. Bien al contrario. Al estar en una zona especialmente castigada por las inclemencias del tiempo (sol, lluvias, heladas…) y otros factores externos (contaminación atmosférica, deposiciones de animales…), necesita de inspecciones y mantenimientos periódicos. Si a esto le añadimos que es también aquí donde se asientan la mayoría de las instalaciones técnicas (mecanismos de ventilación y refrigeración, paneles termosolares…), que igualmente requieren de sus correspondientes controles y revisiones, entenderemos la importancia de una adecuada situación y utilización de estos corredores.
Los “pasillos de tránsito” cumplen, por tanto, una doble función. Por un lado, de seguridad hacia el operario que está trabajando ahí, al evitar caídas o resbalones, y, por otro, de protección hacia el propio tejado, porque estos mismos pasillos, al delimitar las áreas de trabajo, previenen al resto de la zona de las posibles roturas que se pudieran causar por accidentes o descuidos cuando se accediera a la cubierta con herramientas, piezas o maquinaria potencialmente peligrosas para ella (taladros, tornillería, radiales…).
Como es lógico, este tipo de pasillo técnico debe cumplir una serie de requisitos imprescindibles en cuanto a su fabricación y colocación. Tendrá que ser firme y estable, de suelo antideslizante, con sistema de drenaje, diferenciarse claramente del resto de la cubierta e ir señalizado convenientemente. Además, el material con el que se realice ha de ser totalmente compatible con el sistema de impermeabilización de la cubierta, evitando perforaciones o acabados con aristas afiladas o bordes cortantes. En cuanto a sus dimensiones, dependerán lógicamente del tamaño de la techumbre, pero con una anchura suficiente para transportar por él materiales de cierto volumen, por lo que se recomienda una anchura mínima de 1,5 metros.
Dejemos, en conclusión, para los “especialistas” de cine los espectáculos de riesgo y alegrémonos de que el resto de los profesionales puedan trabajar en los tejados de forma segura y diligente.